17 mayo 2015

Oración de una madre


                                                    




Escúchame , Señor, te lo suplico,
se que no lo merezco Dios clemente,
pues como el centurión yo no soy digna 
de hasta ti, alzar mi frente.


Mas no quiero que mires al que ruega,
si no al hecho sublime de ser madre,
que aun sin merecerlo, 
a la tuya debemos recordarte.


No te pido por mi, sino por ellos,
los que tu me entregaste
que cuando el día llegue de dar cuentas
no haya que por descuido avergonzarme.


Líbramelos Señor de los embates
del mal que agazapado los espera
sinuoso, cruel, dispuesto siempre
a envolver con su canto de sirena
y enlodar en sus tierras cenagosas
al alma pura, codiciada presa.


De tal visión mis ojos cerrar quiero
y por eso al lanzar,
el grito de esta angustia que me oprime
se que a ti ha de llegar.


Su escudo tu has de ser mientras alienten.
No hay contra ti fuerza del mal que pueda.
Pon tu beso de paz sobre su frente
para entrar con valor a la pelea.


Que jamás de tu lado se separen.
Que paladines de su fe propaguen
alta la frente, dispuesto el joven pecho,
sin temor al zarpazo de la bestia,
la fe en su Dios, la fuerza en sus creencias.


Yo abonare su tierra con mi ejemplo,
con mis ansias labrada...
Se Tu, Señor, su lluvia y que germine
la Divina semilla derramada.


Y así, para que nada se interponga
en esa dulce comunión contigo,
centinela seré de esas dos torres,
siempre presta a avistar al enemigo.


Se que me escucharás en donde te halles,
" ...Pedid y se os dará" tu nos dijiste,
ampáralos te pido entre tus alas
Omnipotente Dios que me los diste.





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