18 agosto 2016

Cuando duermes





La noche está bajando lentamente
envolviendo de sombras tu figura
e indolente se apoya en tu cintura
y se alarga para besar tu frente.
Tú estás dormida ya, indiferente,
abrazas tu almohada con ternura,
quizá soñaste en mi.....
quizá es locura....
y en tu sueño, tal vez no esté presente.


Quiero acercarme a ti. Quiero decirte
ahora que navega tu inconsciencia,
que no debe turbarte mi presencia
que nunca haría nada para herirte.


La sombra esquiva,
de pronto se ha esfumado.
Tiñe de plata la luna tu aposento,
es todo en rededor mudo silencio
y el fuego que arde en mi se ha reavivado
al oír el murmullo de tu aliento.





17 mayo 2016

"Las dos hermanas"



Un recuerdo aflora en el momento que aprietas el botón de la memoria. Solo has de querer abrir ese escondrijo en donde se apiñan, esperando ser desempolvados. Rebuscas, rebuscas y al fin aparece ese especial momento vivido en algún punto de tu anodina existencia, pero que ha sido para ti algo inaudito, excitante, maravilloso, emocionante, por lo que ha permanecido, a pesar del tiempo, lleno de frescura, colorido, y, extrañamente límpido. Tanto material dispuesto a ser extraído es difícil de seleccionar. A ver, a ver...."Las dos hermanas".

Invierno...., huele a humedad, a frío. La chimenea ilumina un pequeño espacio que no abarca toda la estancia, quedando en penumbra el resto de la sala. Los troncos de leña que se apiñan en la chimenea arden con alegría emitiendo un armonioso sonido que rompe el silencio producido por el comentario de mi abuela:

- "Os contaré la historia de las dos hermanas y el Ecce Homo"-.

Yo, sentada en el suelo con la cabeza apoyada en el halda de mi abuela, en una postura verdaderamente cómoda para mi, me apretujé, buscando el refugio que evidentemente iba a necesitar por el miedo que sentiría ante las ya conocidas narraciones de mi abuelita. Sonó dulce la voz comenzando el relato:

- "Ellas pertenecían a la burguesía de la ciudad. Su economía era abultada y podían permitirse el deseo que hacia tiempo anhelaban. Poseer una imagen del Cristo de tamaño natural, igualito, igualito, que el Ecce Homo de la Iglesia que salia en la procesión del Viernes Santo. Era un sueño tanto tiempo acariciado, que ya se hacía imprescindible el conseguirlo y decidieron realizarlo ya"-.

Aquí,  la voz de mi abuela se engoló dándole solemnidad a la historia.

- "Emocionadas con la idea decidieron encargar al momento, sin demora, la talla del Cristo que tanto anhelaban. Pasado un tiempo prudente, les llegó la noticia de que su encargo estaba ya terminado y que en breve lo recibirían en casa. Un recatado e indescriptible entusiasmo llenó sus tristes y solitarias vidas. ¡Por fin! El deseo tanto tiempo acariciado en sus corazones de solteronas faltas de amor iba ha hacerse realidad.

La casa fue revuelta de arriba abajo. Escogieron la sala mas coquetona de la casa y prepararon un pequeño altar donde colocar la preciosa imagen del Cristo.
Llegó el momento... Unos operarios del taller, depositaron la bella imagen de un Ecce Homo de tamaño natural sobre el altar que a propósito para la ocasión, habían preparado. Su estatura era la de un hombre de talla media, envuelto en un sudario y cubriendo sus hombros un manto rojo. La corona de espinas coronaba su cabeza inclinada y su cabello cubría su hombro desnudo. Los pies descalzos reposaban sobre un cojín de dorada seda.  Una vara de cedro en la que se apoyaban sus delgadas manos de hombre joven y martirizado completaba el conjunto.
Las dos hermanas lo miraban embelesadas, contemplando el realismo de la talla. El pelo caía sobre el rostro que se inclinaba hacia el suelo. Sus parpados entornados le imprimían un aspecto de dolor que conmovía el alma. Era un hombre desvalido.
Las dos hermanas lo contemplaban enternecidas. Aunque era algo tarde para ellas, acostumbradas a retirarse pronto a sus dormitorios, quisieron sacar sus breviarios y orar un ratito...
Nada se movía en la estancia. Un piadoso silencio, solamente roto por el susurrar del rezo. Como los párpados ya se cerraban vencídos por el sueño, decidieron dejar ya la oración. Una última mirada y pensaron mientras lo contemplaban: "No hemos de olvidar  felicitar a D. Herminio por la labor bien terminada y el realismo logrado. ¡hasta  la melena parecía estar empapada de sudor...!
La ceremonia de la despedida empezó. La mayor se inclinó sobre los pies descalzos de la imagen y posó sus marchitos labios con reverencia. Un escalofrío intenso recorrió su espalda: aquellos pies estaban calientes y no era madera lo que besó sino carne caliente y palpitante.
Casi paralizada de terror, agarro silenciosamente a su hermana por el codo, después de haber besado también los pies, y empujándola cerró la sala con doble vuelta de llave.

- ¿No has notado nada?- le preguntó.Lo que a continuación hicieron era lo lógico. Llamaron a los gendarmes por medio del sereno del barrio, quienes encontraron al ladrón, bajado ya del altar. Esperaba a que el silencio reinase en la casa para avisar al resto de la banda, que aguardaban su señal, y desvalijar la vivienda y las arcas de las pobres y ancianas señoras"-.
Blanca como un lirio asintió con la cabeza:
- ¡Estaba caliente! No es una imagen: ¡es un hombre!.


Calló mi abuela, dando por terminada la historia, cuando mis párpados habían llegado a su máxima resistencia y hacían grandes esfuerzos para mantenerse abiertos. Soñé con estatuas saltando, señoras ancianas corriendo despavoridas, gendarmes atacando... pero fue plácido mi sueño, porque la cadenciosa voz de mi abuela era armoniosa y susurrante, invitando a caer en los brazos de Morfeo.


María Ángeles Morera Serrano.

18 marzo 2016

La Quimera (Cuento)

Erase cierta vez una Quimera
que en cabeza infantil se debatía...
- ¡Quiero ser realidad, no fantasía...!
- ¡Tu empeño es imposible compañera!
... Sin cesar la Razón le repetía.

Pero terca a su vez, la Fantasía,
de la Razón los lógicos conceptos,
cegada en su ilusión le rebatía.

- Ejemplos mil, te voy a dar hermana,
de quimeras que realidad se hicieron,
y no ocurrió muy lejos, que en España
te diera yo razón los que existieron.


¿No llegó a ser, en Ávila, Teresa
en el alborear de su existencia,
lo que su loco corazón sentía, 
y vio en el Tormes reflejado un día
la pluma que a su Dios tanto dijera,
al morir por amor, pues no moría?

- ¿Y no fueron de turcos, si no de almas
las conquistas con que soñó atrevida.
Y en  suspiros de amor pasó su vida
hasta que en Alba vio su luz postrera,
y recobró al fin la dulce calma?


- Isabel de Castilla soñó un día
la unidad de una tierra troceada,
y aun siendo una mujer tuvo la hombría,
con esfuerzo y tesón, fe y valentía,
reuniendo las piezas  deseadas,
de rehacer la España que quería.


- Han pasado los siglos y otros sueños
una monja albanesa conseguía:
Ser la Luz de Jesús, que le pedía
darse a los pobres con ardor y empeño.
Y en la India gastó toda su vida,
Teresa de Calcuta por su dueño.

Calló por fin su voz la Fantasía
y viendo la Razón, inteligente,
que no hallaba argumento convincente
para apelar lo que en su mente había,
asimiló lo que empuja a la gente 
a cambiar su temor por osadía.



María Ángeles Morera Serrano