18 marzo 2016

La Quimera (Cuento)

Erase cierta vez una Quimera
que en cabeza infantil se debatía...
- ¡Quiero ser realidad, no fantasía...!
- ¡Tu empeño es imposible compañera!
... Sin cesar la Razón le repetía.

Pero terca a su vez, la Fantasía,
de la Razón los lógicos conceptos,
cegada en su ilusión le rebatía.

- Ejemplos mil, te voy a dar hermana,
de quimeras que realidad se hicieron,
y no ocurrió muy lejos, que en España
te diera yo razón los que existieron.


¿No llegó a ser, en Ávila, Teresa
en el alborear de su existencia,
lo que su loco corazón sentía, 
y vio en el Tormes reflejado un día
la pluma que a su Dios tanto dijera,
al morir por amor, pues no moría?

- ¿Y no fueron de turcos, si no de almas
las conquistas con que soñó atrevida.
Y en  suspiros de amor pasó su vida
hasta que en Alba vio su luz postrera,
y recobró al fin la dulce calma?


- Isabel de Castilla soñó un día
la unidad de una tierra troceada,
y aun siendo una mujer tuvo la hombría,
con esfuerzo y tesón, fe y valentía,
reuniendo las piezas  deseadas,
de rehacer la España que quería.


- Han pasado los siglos y otros sueños
una monja albanesa conseguía:
Ser la Luz de Jesús, que le pedía
darse a los pobres con ardor y empeño.
Y en la India gastó toda su vida,
Teresa de Calcuta por su dueño.

Calló por fin su voz la Fantasía
y viendo la Razón, inteligente,
que no hallaba argumento convincente
para apelar lo que en su mente había,
asimiló lo que empuja a la gente 
a cambiar su temor por osadía.



María Ángeles Morera Serrano

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