Hubo un tiempo un ruiseñor
que saltaba alegremente
desde una rama a una flor.
De vez en cuando sentía
deseos de descansar
y veloz se dirigía
a una rosa y le decía;
- “ Quisiera contigo hablar.”
La rosa que conocía el vaivén del trovador
que siempre se le veía
saltando de flor en flor,
sin que ninguna pudiese
decir que le habló de amor,
le contestó amablemente
sin perder su dulce voz.
_” Yo quisiera complacerte,
pero hay en mi tal cordura
que no puedo permitirme
tener ninguna aventura.
Porque ¿sabes ruiseñor ?
amo a un ser tan especial,
tan bueno y tan generoso
a la par que muy hermoso,
muy paciente e ideal.
Que no quisiera jamás
causarle una decepción
hablando con un fisgón
que no sabe ni alternar
ni mucho menos cantar
siendo así su profesión.
Quedó tan abochornado
el vagabundo cantor
que no se acercó a una flor
en lo que quedó de vida,
ni volvió al vergel hermoso
ni a cualquier senda florida.
Dejó de ser tan voluble
en pro de su bienestar…
…Más no dejó de volar
Y así fue su larga vida.
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