17 febrero 2015

A la Virgen de los Desamparados




Madre de la piedad!¡Madre del hombre!
Lago de amor que las penas remansa.
¡Quién, por ti, no pidiese mil silencios
para ofrecerte entera toda su alma!
Eres la calma que el refugio ofrece
al fragor de esta vida que no para.
Y en ti encuentran, los hijos que te buscan,
su sosiego, su paz y su bonanza.
De los desamparados la elegida
Madre del pueblo que te reza y canta.
Ruega por ellos que tu gracia imploran,
estrella sin rival de la mañana.
Vuelve a sus penas tus amantes ojos
en este valle de perennes lágrimas,
y devuelve la vida que sonríe,
y llena el corazón de confianza.


María Ángeles Morera Serrano

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